martes, 22 de abril de 2008

6:51 am.

...serás la luz
que mi sendero alumbrará
-Los Ángeles Negros


-Estás inventando. Todo eso lo has inventado.
-Sí. La he inventado. Tanto como en este momento te estoy inventando a ti.
-Seguimos en lo mismo... La realidad no es tan mala, hombre.
-Ajá. Sólo que un poco más dura.


Daniel Smisek está diseñado para trepar. Su cabeza alta y despejada, su cuello flexible, sus ojos grandes y dirigidos hacia adelante devienen de la tridimensionalidad del árbol y son el mecanismo más propio para fluir a través del complicado universo de sus ramas. La cintura delgada y las piernas ligeras, apenas más que apoyos, lo facultan a extenderse y girar en posiciones inverosímiles. La falanges cortas y hábiles de sus manos son tan buenas para pelar fruta como para suspender el peso de su cuerpo de apenas tres o dos de ellas; los poderosos músculos diagonales de su espalda ligan a la masa principal del tórax con esos miembros delgados y férreos, y le permiten izarse y lanzarse, y lanzar e izar pesos similares al suyo propio. Su cerebro de poco más de litro y medio dedica extensas circunvoluciones a la percepción sinestésica y al sentido de la vista. Claro que, al menos en potencia, tal cerebro podría también servir para componer una cantata, diseñar una cúpula o planear una campaña militar. Pero, comparadas con la estructura física del mamífero pequeñito y trepador, decantada a lo largo de cincuenta millones de años, esas potencias son adiposidad, tan sólo reciente e innecesaria grasa cultural. Expuesto, solitario, mera materia liberada en las tres dimensiones del espacio y sin otra obligación que la de dar cabal cumplimiento a sus fruiciones, Daniel Smisek escalará.

-No pues, Richiberto: jálala.
-Estoy jalando, Taradito, pero debe estar atorada.
-Ya. No importa; ya llegué al Friend.
-¿Qué tal el empotramiento?
-Con roca seca debe ser mucho más fácil. Aquí estoy en un ocho más...
-Ocho más, sí, bien. -Richi se satisface en la confirmación del grado de dificultad. Empieza a filosofar acerca de que la Verdad es sólo una Convención, tema en el que el extrovertido solipsismo de Daniel le impide progresar. Pero puede darle un aviso:
-Se pone más yuca en la salida, vas a ver.
-A ver...

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