Dije esto en un evento internacional auspiciado por PREAL y presentado por GRADE, a propósito del lanzamiento de la Evaluación Nacional 2004 del ministerio de Educación. Mucho de lo que dije entonces todavía funciona, visto a más de tres años de distancia.
(...) El escenario, como ha mostrado Giuliana, es un escenario de emergencia. Es un escenario sumamente difícil y que de alguna manera ha sido acogido por la comunidad informada y, más o menos, por los padres de familia, por la sociedad civil digámosle menos informada. Por eso es que la presencia de la prensa aquí es tan importante.
Yo quería expresar tres dimensiones de las implicancias de estos resultados y mostrar cómo ellas orientan y orientarán la política educativa del país o deberían, por lo menos, orientarla en ciertas direcciones.
En el plazo más corto, estos resultados nos dan oxígeno para lanzar y defender las medidas de emergencia que están en vigencia en este momento. Al menos en apariencia, estas medidas de emergencia fueron tomadas a partir de los resultados publicados, pero debemos decir que más probablemente se tomaron a partir de reacciones anímicas, reacciones anímicas socialmente muy dispersas que tienen que ver con que los padres de familia están insatisfechos en general con la educación que reciben sus hijos. El detalle y el detalle útil de qué cosa es lo que se está recibiendo, qué cosa es lo que se está impartiendo en la escuela no es conocido y no es manejado por los padres, porque la lectura de las pruebas es sumamente compleja. Lo único que trascendió al público, quizá, es una leyenda urbana, es la leyenda urbana que estamos solamente por delante de Haití, y Haití no participó en la prueba PISA. Entonces, lo que llega es además falso. Sobre la base de estas leyendas urbanas es que se construye de una manera frágil el consenso que lleva a que podamos hacer un programa de emergencia educativa.
También se dijo, ésta es la otra leyenda, que los chilenos de sexto año de primaria se desempeñan mejor que los peruanos de secundaria. Nunca se ha demostrado nada parecido, pero aparecieron noticias respecto de esto, informes periodísticos, informes académicos. Nunca se reveló la fuente y la noticia quedó en el aire, y, sin embargo, sobre la base de este descontento, ayuda a lanzar programas como el que estamos lanzando, la campaña nacional de lectura “Un Perú que lee, un país que cambia”.
Nuestra tasa de aprobación del año escolar es alrededor de un 90%. Es decir, el sistema dice que estos chicos sí saben y lo que debe generar mucha confusión es lo que revelan las pruebas externas nacionales e internacionales: que no saben. Ese es el principal problema en nuestro sistema educativo, en términos de reporte.
Entonces, temo que el límite de este período de corto plazo será la entrega de la Prueba Nacional que justamente estamos lanzando en este mes. La entrega de los resultados está prevista para aproximadamente julio del 2005. En julio del 2005 sabremos no cómo se desempeñaron los alumnos hace cuatro años, hace tres años, lo sabremos ahora y eso en un momento políticamente sensible en el cual es probable que se produzcan giros en la orientación de políticas educativas. Es sumamente deseable que no suceda, pero, desde luego, eso está fuera de nuestro control. Sí debería ser un punto en la agenda de la comunicación ciudadana, de la comunicación social en ese tramo.
Esto es una especulación, pero es una especulación sólidamente educada y lo que creo es que los resultados de la encuesta 2004 mostrarán que las inercias son sumamente persistentes, que no hay cambios súbitos, positivos, milagrosos en un sistema educativo y que si no hacemos reformas profundas sistémicas es muy probable que no solamente la situación persista sino que, incluso, podría empeorar.
¿Por qué podría empeorar? Porque estaríamos aplicando compresas calientes, parches, soluciones parciales, a un problema mayor que entonces haría agua con mayor velocidad probablemente.
En el plazo medio, lo que estos resultados nos permitirían, es acumular masa crítica para estas reformas sistémicas que tanta falta hacen. Echaríamos a andar así las principales reformas, la reforma de la carrera magisterial, tomar decisiones definitivas a favor o en contra de los PRONEI por ejemplo, porque tenemos que expandir la educación inicial en todo el país, pero siguen persistiendo las voces que se alzan a favor y en contra de la educación inicial no escolarizada. Tenemos que tomar una decisión al respecto y no es para que yo la pronuncie aquí. Hay que establecer, finalmente, un sistema nacional de estándares. Lo que nos ha mostrado Giuliana es que esa causa de la falta de estándares en que en primer lugar nos cuesta tanto hacer la medición. En esto tenemos que también afrontar un dilema y resolverlo. ¿Ponemos estándares altos de nivel internacional y nos bancamos el hecho difícil de tener que no alcanzarlos durante una década o década y media, o los ponemos asequibles, cercanos, próximos, y tratamos de que en este periodo los logremos de modo de conseguir validación, tanto social como política, de que estas medidas que se tomaron fueron eficaces y por lo tanto podemos seguir manteniendo la línea de trabajo que veníamos manteniendo? La dificultad con esto está en que si nos proponemos estándares sumamente altos, aun cuando los pasos iniciales que demos en la dirección de esos estándares sean los más correctos, será sumamente difícil mantener la voluntad política de seguir adelante con esos pasos, porque, en cualquier momento de ese futuro podrá mostrarse que estamos muy lejos de los estándares y por lo tanto que las reformas no están funcionando. Lo que hay que mostrar es que esos pasos son eficientes.
Esto está vinculado a la posibilidad o no de recortar los currículos. Periódicamente se reciben quejas de congresistas que dicen: “¿Por qué no se enseña más Historia del Perú? ¿Por qué han quitado el curso de Historia del Perú?” Bueno. Nuestra política y de muchos países de América Latina es tratar de comprimir en un currículo la mayor cantidad de aprendizaje a criterios de globalización de aprendizajes que no necesariamente se producen cuando se hace puntualmente cada punto, cada tema del currículo, en un proceso que probablemente facilita que el maestro esquive los puntos que le son a él más arduos y solamente toque de manera lateral esos temas.
Es poco probable que veamos tomas de carreteras para exigir calidad educativa. No es difícil, como acaba de suceder en Yurimaguas, que una toma de carretera añada al pliego social de reclamos la exigencia de más plazas de maestros. Pero ésta, junto al establecimiento de escuelas, es el piso más bajo, el sótano, de las capacidades de demanda. Una demanda binaria, una demanda de calidad que es binaria en su origen, que se calma cuando el Estado da la escuela o da la plaza, una demanda que no comprende que su labor más importante recién empieza cuando el proceso educativo está en marcha, es decir, la labor de vigilar el aprendizaje diario de su problema.
Tal vez, y éste es una de las peticiones que se ha hecho al Sistema Nacional de Medición de la Calidad para un futuro, las escuelas deberían recibir los resultados de la evaluación para que puedan traducirlos en información a su demanda, pero creo todavía estamos lejos de tener la demanda suficientemente educada para interpretar en qué consiste cada aspecto puntual de las deficiencias del aprendizaje de sus hijos. En ese proceso estamos.
El límite de este segundo período probablemente está signado por la asunción social de la existencia de grandes cambios demográficos. El Perú tiene un sistema educativo que ha crecido continuamente, expandiéndose siempre, porque entendía que la cobertura era lo que necesitaba aumentar. En este punto estamos llegando a los límites de la falta de cobertura, salvo en inicial y secundaria de rurales, y lo que se requiere es aumentar calidad, en esto creo estamos todos de acuerdo. Este aumento de calidad necesariamente es un aumento que debe responder a cambios demográficos y a cambios en la posición de la población del territorio. En ese momento nuestros niños, nuestros alumnos están migrando; dejan de nacer en el punto A, pasan a nacer en el punto B y no tenemos ninguna manera nosotros de mover al maestro del punto A, donde ya no es requerido, al punto B donde ahora se le requiere. Como consecuencia, mantenemos a los maestros en el punto A y contratamos nuevos maestros en el punto B, con lo cual el número de plazas aumenta. Esto es algo que tiene que corregirse de inmediato.
En el largo plazo, hay consecuencias sistémicas y pansistémicas entre este sistema educativo de los vecinos, respecto de la comparación de los sistemas nacionales de educación. Sobre esto, realmente siento que el tiempo es corto…lo que quisiera mencionar son dos estudios. Uno de Martín Cartnoy respecto del modo de cómo levantar el piso de los sistemas educativos que están tan bajos como el peruano, es relativamente fácil. Es decir, levantar los niveles más bajos del rendimiento educativo, pareciera que encuentra soluciones claramente sencillas: repartir textos, capacitar maestros, en cuanto a soluciones son sencillas. Esto no significa que los estados estén dispuestos a darlas, ni siquiera que sean capaces de darlas, dice Cartnoy. Sin embargo, lo que el concluye es que la expansión del acceso a las universidades es la vía para esto.
El otro estudio que quería mencionar es el de Hanushek que ha sido presentado hace pocos días en la Universidad Católica, por el cual, entre otras cosas, nos enteramos que Perú es uno de los países más ineficientes en el uso del recurso. Nosotros hemos creído, creo, en consenso durante algunos años que, aunque el sistema educativo peruano es sumamente económico en términos de lo que el estado invierte, porque invierte realmente poco, por cada dólar invertido rinde relativamente bien en comparación con otros países que invierten 10 o 15 veces más por alumno, pero no obtienen rendimientos 10 o 15 veces mayores, sino, apenas 5 veces mayores, por lo tanto seríamos, pues, 3 veces más eficaces que Estados Unidos. Pero eso resulta ser una leyenda. No es real y estamos encontrando que además de invertir poco, hacemos muy mal uso de esos escasos recursos y eso es algo que tiene que cambiar. Eso es lo que decía HanusheK.
Mi punto respecto a estos dos estudios es que el tema de educación a la demanda en el Perú está relativamente descuidado. Nosotros estamos iniciando en el Ministerio de Educación un piloto de incentivos a docentes rurales, por los cuales pedimos a los padres y madres de familia que vigilen la presencia de maestro en aula durante tres puntos a lo largo del día: al comienzo, al final y en algún momento aleatorio intermedio. Este piloto está dando resultados, pero, si bien funciona a base a la nueva Ley de Educación, en base al Consejo Educativo Institucional puesto y reclamado por la nueva ley, lo que estamos encontrando es que el cansancio en la vigilancia es una variable tremenda. Los padres de familia después de dos meses de hacer estas vigilancias se agotan y no quieren seguir participando. Nuevamente, lo que se produce es una demanda binaria: “Yo ya puse al niño en la escuela y poco más o menos que no me preocupa que suceda adentro”. Esto es algo que en el Perú se ha producido lenta y paulatinamente a lo largo de muchos años y que, en relación a lo que dice Cartnoy de que el acceso a la educación superior puede ser una solución a este dilema nacional, la educación superior en el Perú también tiene un nivel, pues, bajísimo.
Hace poco, en conversaciones respecto al Tratado de Libre Comercio decíamos qué es lo que el Perú tiene que lograr. Me parece que a la salida de estos dilemas, de estas preocupaciones, el Perú lo que tiene que lograr es un sistema educativo que tenga incorporadas menos falsías, que sea más sincero en el reporte, que nos diga a los peruanos qué exactamente estamos aprendiendo, qué van a lograr nuestros hijos y en qué plazos. Muchas gracias.
domingo, 9 de marzo de 2008
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