1. El niño lobo
Yo era un alien. Sólo que yo no lo quería. Era algo que quizá no podía sobrevivir solo, en esta atmósfera, en estas condiciones radiactivas. No lo sé. Sé que no lo quería. Sé que lo rechazaba tanto y con tanta frecuencia que aprendí a no quererlo, a esforzarme por matarlo. Durante años. Décadas, tal vez, de hecho. Y parece que ese maltrato terminó por hacer efecto. Supongo que así fue, porque ya no siento aquello que sentía: esa profusión, esa ebullición, ese sentirse perdido en un bosque impenetrable hecho de árboles y ramas y briznas y copas y raíces y frondas que yo había dispuesto allí: cuidadosamente, una por una.
Eso todavía me asombra: que mi bosque, mi trampa, mi enredo estaba hecho de pensamientos intencionales. Ya no lo siento: ahora pensar es como caminar en un páramo. De vez en cuando tropiezo con una zarza, un arbusto grande. Me entretengo metiéndome dentro, jugando un rato a que todavía puedo atender un tema complejo. Eso es todo lo que logro: atenderlo sin entenderlo. Pronto un viento suave me hace derivar y me lleva lejos, de vuelta al erial, sin esfuerzo. Ahora miro la nada presente y futura y me pregunto si acaso antes no estaba mejor. Apenas si lo recuerdo… pero sé que en un rato no necesitaré responder esa pregunta, pues también la habré olvidado.
2. The Chinese room
Bueno, aunque tú TAMPOCO hayas soportado Dancer in theDark, conocemos la anécdota: la islandesa no puede revelar que se ha quedado ciega porque pierde la chamba. Yo me he quedado cognitivamente (por tanto, laboralmente) ciego: no entiendo un carajo, acudo a reuniones y trato de no chocarme con los muebles y que nadie se dé cuenta de que, en verdad, no veo nada, no recuerdo nada, no sé de qué me hablan. La situación alcanza un punto insostenible cada quince minutos, más o menos, en que me veo forzado a decir"no sé". Ya me hice fama de incompetente… pero todavía creen que puedo VER. Y no me paro y me voy porque necesito unos seis mil dólares para salir de rojo este año.
El viernes patié a mi siquiatra, ya no usaré sus servicios. También he dejado las pepas. No sirven. Sólo me queda aguantar, como siempre. Como un hombrecito.
martes, 18 de diciembre de 2007
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