Quizá, finalmente y como siempre, la solución consista en
palabras. Las que tengo, no las que tuve. Las pocas que siguen aquí conmigo,
redondas de tan usadas. Al perder aristas perdieron sus conectores y quizás eso
es exactamente lo que yo he venido haciendo. O más bien, exactamente lo que yo
deba hacer: desconectarme usándolas como herramienta. Perder mis aristas. Dejar
de ser característico. No me da para ser ‘minuciosamente vil’: ni orino en
cuclillas ni robo los dientes de oro de los cadáveres trajeados de blanco que
dejan los parsis en mi torre. No, peor: soy descuidadamente
vil -y ni siquiera me parezco siempre a mí mismo
No necesito un yo para constatar la nulidad comunicacional
del lenguaje. Y viceversa, que es una cosa divertida de decir acerca de una proposición
tan recargada de términos. Lo que a su vez muestra que el lenguaje puede ser
nulo, pero cuando se tiempla como una cuerda tensa entre dos árboles puede ser
divertido y sirve incluso para poner a secar los trajes blancos de los
cadáveres que dejan los parsis, o la ropa recién lavada.
Y que, pues, de eso se
trata. Divertir es verter algo de manera alternativa.
Las palabras se ensuciaron y hubo que lavarlas. Al
sumergirlas en el crónico río perdí centenares de ellas, quizá algunos miles. Me he
quedado con unas pocas que uso siempre y ya se sabe que un objeto redondeado
por el estúpido fluir de los días permanece limpio, no acumula musgo. O eso
dice el dicho.
Eso hago. Eso escribo. A falta de efervescencia mental y una apertura
arquitectónica que se eleve hacia la lucidez, trato de concentrarme en un
silencioso borboteo de palabras que explore –completamente sin método- el
callejón sin salida hasta saber que él soy yo, y que yo no soy o nunca fui necesario
para yuxtaponer (nunca articular) esas palabras ya empequeñecidas por mi uso. Queden
allí como guijarros semánticos, sus significados reducidos, agotadas sus
capacidades para hacerse lenguaje, hacerme social y (sobre todo, sobre todo) hacerte saberlo.
2 comentarios:
"Algunas veces es necesario sacar una expresión del lenguaje y mandarla limpiar; después se puede volver a poner en circulación." -LW
O al lenguaje mismo.
Hola Ignacio. Claro, Ludwig tiene razón, pero más en la parte que dice "a veces" que donde pone "mandarla". Porque -a veces- me preocupa el tono dictatorial del austriaco, su talante imperativo, su capacidad para determinar -encajonado allá en el fondo del fiordo- qué debemos hacer todos los demás. Desde mi (propio) callejón sin salida yo sólo me atrevo a decir qué HAGO. Abrazo, E
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