sábado, 8 de marzo de 2014

GRAPH THEORY

Quizá, finalmente y como siempre, la solución consista en palabras. Las que tengo, no las que tuve. Las pocas que siguen aquí conmigo, redondas de tan usadas. Al perder aristas perdieron sus conectores y quizás eso es exactamente lo que yo he venido haciendo. O más bien, exactamente lo que yo deba hacer: desconectarme usándolas como herramienta. Perder mis aristas. Dejar de ser característico. No me da para ser ‘minuciosamente vil’: ni orino en cuclillas ni robo los dientes de oro de los cadáveres trajeados de blanco que dejan los parsis en mi torre. No, peor: soy descuidadamente vil -y ni siquiera me parezco siempre a mí mismo

No necesito un yo para constatar la nulidad comunicacional del lenguaje. Y viceversa, que es una cosa divertida de decir acerca de una proposición tan recargada de términos. Lo que a su vez muestra que el lenguaje puede ser nulo, pero cuando se tiempla como una cuerda tensa entre dos árboles puede ser divertido y sirve incluso para poner a secar los trajes blancos de los cadáveres que dejan los parsis, o la ropa recién lavada.

Y que, pues, de eso se trata. Divertir es verter algo de manera alternativa.

Las palabras se ensuciaron y hubo que lavarlas. Al sumergirlas en el crónico río perdí centenares de ellas, quizá algunos miles. Me he quedado con unas pocas que uso siempre y ya se sabe que un objeto redondeado por el estúpido fluir de los días permanece limpio, no acumula musgo. O eso dice el dicho.

Eso hago. Eso escribo. A falta de efervescencia mental y una apertura arquitectónica que se eleve hacia la lucidez, trato de concentrarme en un silencioso borboteo de palabras que explore –completamente sin método- el callejón sin salida hasta saber que él soy yo, y que yo no soy o nunca fui necesario para yuxtaponer (nunca articular) esas palabras ya empequeñecidas por mi uso. Queden allí como guijarros semánticos, sus significados reducidos, agotadas sus capacidades para hacerse lenguaje,  hacerme social y (sobre todo, sobre todo) hacerte saberlo.